martes, 2 de octubre de 2012

Psicóloga chilena enseña en su nuevo libro otra forma de vivir duelo


Psicóloga chilena enseña en su nuevo libro otra forma de vivir duelo


Pilar Sordó es autora de varios libros que hablan de distintos aspectos de la vida moderna.

Pilar Sordo no para de viajar. Psicóloga chilena con 47 años, se ha acostumbrado a andar en un avión y aterrizar en cualquier ciudad para dictar una conferencia o hablar de sus libros. Basada en sus propias investigaciones, ha escrito varios libros -Bienvenido dolor, Lecciones de seducción y No quiero crecer, entre otros- en los que describe y analiza temáticas actuales sin ponerles tinte de manual de autoayuda. 

Usted dice que los padres de hoy están perdidos... 

Sí, están perdidos tratando de ser simpáticos y encantadores con sus hijos. Y por andar en esas, no los están educando. Eso ha ido deformando a los jóvenes con ciertos rasgos, como la baja tolerancia a la frustración o la escasa fuerza de voluntad. Nosotros somos la única generación que les tuvo terror a sus padres y que hoy les tiene pánico a sus hijos. 

¿Cómo afecta la tecnología la nueva forma de ser joven?

La tecnología es producto de la época y debemos ser claros: se va a quedar. Ha llevado a que muchos jóvenes tengan serias dificultades para decir lo que sienten. Hoy, las expresiones las muestran con emoticones. La llamo la generación on/off: viven las cosas intensamente, pero de forma corta. Es una dificultad reforzada por padres que no crean hábitos de comunicación. (Vea Adolescentes engañan a sus padres sobre uso de Internet).

¿Vale menos la vida para la juventud de hoy?

Tienen menos conciencia de lo que vale. El miedo, que se genera en el ser humano para proteger, hoy tomó un valor distinto. Es valiente quien prueba alcohol o cocaína, quien pelea, no quien dice que no. Hoy, la prudencia es un signo de cobardía. 

Usted habla también de un cambio en la sexualidad.

Se volvió un ejercicio físico. Tengo una calentura y voy y me la saco. Hoy es el tiempo, además, de los heterosexuales curiosos, sobre todo entre las mujeres. La homosexualidad se mira con una liviandad que no tiene. Una hija o un hijo homosexual sabe que por lo menos les ha roto las expectativas a dos personas: sus padres. Eso ya es bastante duro. (Vea también: Jóvenes se sienten más seguros con el sexo oral, afirma estudio).

Plantea la importancia de reconocer las diferencias entre hombre y mujer.

Totalmente. El afán de igualdad nos ha desdibujado. Ha sido una trampa que nos ha llevado a separarnos más en lugar de crear espacios de encuentro. La lucha feminista fue necesaria, pero ya pasó. La pelea hoy no puede ser por la igualdad, sino por disfrutar cada uno con lo que es, con sus diferencias. 

Y cuidarse a sí mismo...

Y dejar de buscar la felicidad afuera. No puede ser que uno configure su vida con relación a otro. Las conductas tienen que nacer de ti, con o sin pareja, queriendo o no queriendo tenerla. 

¿Por qué afirma que toda acción tiene como motor el amor o el miedo?

Porque si empiezas a desmenuzar las conductas emocionales, verás que todos actuamos por amor o por miedo. Si llegas a los matrices de las deformaciones de vínculos afectivos, verás que partieron del temor. 

¿Estas afirmaciones están basadas en investigaciones?

Totalmente. Mis libros se basan en estudios. Yo no soy una iluminada. Al contrario,lo que he hecho en la vida es equivocarme. Para lo que escribo me dedico a investigar, hacer estudios y mostrar conclusiones de lo analizado. 

Háblenos de la diferencia entre felicidad y alegría.

La alegría es transitoria. Se asume que la gente feliz está contenta. No. En la fundación de pacientes con cáncer donde trabajo, veo personas en quimioterapia. Nadie está contento ahí y, sin embargo, hay más felicidad en ellos que en muchos que van por la calle. 
Porque encontraron significado para su vida. 

Y plantea, nada menos, que la felicidad es una decisión.

Es una frase jodidísima, lo sé. Más cómodo es poner la responsabilidad afuera. Pero mi felicidad es decisión mía. La gente feliz no es gente que no tenga problemas, porque eso no va a existir. Es la que se levantó con la decisión de serlo, de ir con el dolor, y tendrá días mejores que otros. 

¿Cuáles son las principales causas de infelicidad?

El vértigo por tratar de tener. La felicidad no se refiere a tener. Si fuera así, todos los millonarios serían felices, y no es así. Hay rupturas de todo tipo, emocionales, económicas, de salud. Pero a todo puede dársele la vuelta. La posibilidad de crecimiento depende de la actitud. 

¿Por qué a unas personas les va mejor que a otras en esto?

Hay millones de variables, desde genéticas hasta educativas y ambientales.

¿Son modificables?

Sí. A una predisposición genética puede dársele un giro con un buen aprendizaje.

Habla de la inteligencia espiritual. ¿En qué consiste?

La inteligencia emocional se agotó. Hoy, la búsqueda es por el sentido que tiene lo que se hace. En la cabeza de la gente está con claridad la pregunta: ¿para qué hago lo que hago? Y a eso responde la inteligencia espiritual, a entender que hay un orden que supera mi naturaleza, sea lo que sea. Que existe un plano de trascendencia. 

¿Es mejor si se tiene fe?

Situar tu quehacer al servicio de algo superior te cambia. Te hace ser más agradecido, quejarte menos, tener una actitud más gozosa frente a la vida. Otra cosa que ayuda es el sentido del humor. La fe y el humor, a mí me tienen parada, te digo. 

Habla de hacer del dolor un compañero...

Es algo bien obvio. Suponer que le ganamos al dolor es una mentira. Vivimos tapados de medicamentos, de televisión, de cualquier cosa que lo disfrace. Pero es como decimos en Chile: "pan pa' hoy y hambre pa' mañana." Y se supone que no está bien que lo expreses. Hoy, se educa en una contención emocional muy negativa.

¿Para qué sirve el dolor?

Para crecer. El dolor transforma, es un cambio de piel. El dolor tiene un para qué; el porqué no siempre es explicable. Puede que a una mamá que va a tener un hijo con síndrome de Down le cueste encontrar el porqué. Pero el para qué, te lo aseguro, lo encontrará antes de que ese niño tenga un año. El dolor no es opcional. Llega. Lo que es opcional es el sufrimiento.

¿Cómo se vive el duelo? 

El duelo tiene cuatro etapas -shock, rabia, pena, reconciliación- que no describí yo. Están definidas hace mucho. Son etapas que se viven con una ambivalencia espantosa. Cualquier evento puede revivir alguna de ellas, cuando se creía superada. Incluso, las cuatro etapas pueden convivir en un mismo día, en una misma hora. No es lineal, como se piensa. 

¿Se sale de los duelos?

Las penas no se superan. Uno aprende a caminar con ellas, y en esa caminata habrá días buenos y días malos. Del duelo se sale, lo digo por experiencia personal. Lo viví con la muerte de mi marido, por un cáncer. Pero vuelve a reactivarse en miles de circunstancias. Hay situaciones que te harán retroceder y otras, avanzar. 

Usted dice: el cáncer sana.

Sí. La gente que dice que el cáncer es una maldita enfermedad no ha tomado conciencia de algo obvio: que todos nos vamos a morir. La gracia que tiene el cáncer es que te da tiempo de cerrar la vida, lo que no da un infarto. Te regala tiempo para pedir perdón, perdonar, comer helado o ir al Everest. Si hoy nos dijeran que tenemos cáncer, posiblemente dejaríamos de hacer muchas de las cosas que hacemos y haríamos otras. La capacidad de anclaje al presente que entrega el cáncer es sanadora. 

Así la persona no se muera.

Así es. El cáncer transforma, no solo al enfermo, sino a su familia y su entorno. Yo le dije a mi marido: 'Tú estás cambiando la vida de mucha gente'. Muchas personas revalúan si siguen en su matrimonio, analizan si el trabajo que tienen es el que quieren. Se hace claro que no vale la pena cagarse la vida con algo que no nos gusta si mañana nos pueden decir que vamos a morir. El oleaje que produce el cáncer genera cuestionamientos importantes. 

Habla de lo vital de la soledad. ¿Cuándo acudir a ella?

Cuando se tienen procesos internos no resueltos. Yo no puedo cargar a otro de cosas que son mías. Claro, uno nunca está cien por ciento resuelto. Pero primero hay que llevarse bien con uno mismo en todo sentido. Cuando eso pase, cuando no necesite estar con otro para cubrir espacios, entonces estoy preparada para una relación sana. 

¿Es peligroso el confort?

Es, de lejos, lo peor que nos puede pasar. Mientras menos cómodos estemos, mejor. La comodidad no te permite crecer en nada. Uno tiene que plantearse: o me quedo aquí y sigo con lo que tengo, o pego el salto y veo qué cosas hay al otro lado. 

¿Cuándo planteárselo?

Cuando uno se levanta en la mañana y ve que perdió la energía de sentir ese día como desafío. Cuando sabes todo lo que va a pasar ese día. Entonces, es momento de un cambio, de buscar algo desconocido que no puedas controlar y te abra a la sorpresa.



F  eltiempo

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