jueves, 11 de octubre de 2012

Conviviendo con la artritis reumatoidea


Conviviendo con la artritis reumatoidea


Despertó con un dolor intenso en una muñeca, luego empezó a sentirlo en su otra extremidad.

Para ese entonces, María Mercedes Rueda, que ya se había graduado como enfermera y trabajaba en un instituto médico, se sentía una mujer saludable.
Nunca pensó en que le diagnosticaríanartritis reumatoide (AR), pese a que tenía los síntomas, como dolor, inflamación y rigidez, que son los motivos por los cuales un paciente consulta a su médico.
"Básicamente se puede manifestar en cualquier articulación, pero casi que el mayor compromiso es en las manos", afirma Philippe Chalem, médico reumatólogo y director de la Fundación Instituto de Reumatología Fernando Chalem, en Bogotá.
"Me comenzó terrible, porque me empezaron a doler las manos, las rodillas y los tobillos", afirma. (Lea también: Que no le falte el yodo, es clave para su tiroides)
La AR es una enfermedad crónica en la que se inflaman las articulaciones y tejidos que las rodean; es de carácter autoinmune, es decir, que el cuerpo ataca por error el tejido sano. Además, no existe una prueba que permita descartarla o diagnosticarla.
"Exámenes como el factor reumatoide y el de anticuerpos anticitrulina pueden ser de utilidad, pero en los primeros años, es muy frecuente que todos sean negativos", explica Chalem. (Lea tembién: Riesgos de ingerir antibióticos en exceso y sin formula medica)
Con nostalgia, María Mercedes recuerda que a sus 22 años, mientras cumplía un horario nocturno, sintió mucho dolor en su cuerpo, "me costaba mucho trabajo moverme, pero yo tenía la responsabilidad de irme a cumplir el turno. Cuando el jefe encargado me vio, dijo: 'no, usted no sirve así. Váyase para su casa', que a uno a esa edad le digan que no sirve para nada, es muy duro".
La vida con dolor
El dolor intenso (en las madrugadas y noches), acompañado de calor local y enrojecimiento de las articulaciones afectadas son algunas características. Además, para Chalem "existen factores, sin lugar a dudas hereditarios, pero no podemos decir que en su totalidad, puesto que hay otros componentes, probablemente hormonales que la causen".
Para ese entonces el tratamiento a pacientes reumáticos era de 4 gramos de aspirina al día. "Imagínese, eso era un volcán en el estómago y allí me gané un sangrado digestivo alto", cuenta María Mercedes. (Lea también: ¿Seguro que está listo para leer?: Indicaciones al buscar gafas.)
Sabía que tenía que hacer algo, el tratamiento era un paño de agua tibia que le estaba hirviendo en el estómago. Le costó trabajo hacerse a una visa para viajar a Boston (Estados Unidos), por su condición de soltera y enfermera. Sin embargo, lo logró yconsiguió una cita en el Robert B. Brigham Hospital, especializado en enfermedades reumáticas, allí le dieron otros medicamentos, unos pares de plantillas y férulas para que sus pies y manos no se deformaran.
Un riesgo que tenía que correr
María Mercedes retornó a Bogotá y meses después se casó. "Me tocaba dormir con las férulas y estaba recién casada"; él estudiaba en Inglaterra y ella se trasladó a ese país.
Trabajaba como auxiliar de enfermería cuando se enteró de una noticia que se dividía entre la felicidad y la angustia: "estaba embarazada". Recuerda que la situación no era fácil "era un riesgo. Durante el embarazo los dolores se agudizaron, me tuvieron que hacer infiltraciones y la niña no crecía".
Dio a luz a una bebé pero tuvo que suspender su lactancia, ya que los medicamentos que se le aplicaban podían ser tóxicos para ella; pero, gracias a la radioterapia pudo recuperar la movilidad, que había perdido. Con una sonrisa comenta que después fueron dos partos más, el de Alejandro y Luisa, su hija menor.
La AR por lo general se presenta entre los 40 y 50 años, sin embargo puede aparecer en jóvenes en edades de 18 y 20, como le sucedió a María Mercedes. "La paciente que queda en embarazo implica un desafió médico. Porque la mayoría de medicamentos que damos están contraindicados", explica Chalem.
Nuevamente en Bogotá, María Mercedes se preguntaba ¿cómo sería la vida sin dolor?, a pesar de no encontrar respuestas, nunca se cansó de trabajar. "Nunca he querido ser un estorbo, nunca quise ser una persona a la que le tuviesen que hacerle todo", afirma.
Hay que aprender a cuidarse
"Los pacientes con AR pueden padecer deformación articular, principalmente, en las manos y en los pies, pero también en otras articulaciones, puede llevar a perdida del cartílago y a erosiones en el hueso. En términos generales, podríamos decir que la artritis reumatoide es la enfermedad articular inflamatoria más grave que existe", dice Chalem.
Pese a todo, pacientes como María Mercedes nunca quedan en casa. Ella hacía todo lo posible por salir. Con la entrada de nuevos medicamentos su vida cambió. "La medicina ha avanzado mucho. Ahora no siento dolor, como si se hubiera detenido la enfermedad. Uno se siente bien, además, no hay que creer los consejos del vecino, sino en los del médico".
Dentro de las opciones de tratamiento, hay medicamentos que ayudan a disminuir el dolor, la inflamación y a detener el progreso de la enfermedad; otras medidas, como la atención para explicarle a cada paciente qué es lo que le está pasando y enseñarle a cuidar sus articulaciones, contribuyen a mejorar su calidad de vida.
Como la AR es sistemática, es decir, que no solamente compromete las articulaciones sino también otros órganos. "Hay pacientes que pueden tener síndrome de ojo o boca seca, anemia, síntomas neurológicos, como adormecimiento en las manos y en los píes. Hay pacientes que pueden tener afecciones a nivel de los pulmones y en el largo plazo, y sin mantenerla controlada, podrían tener afecciones cardiovasculares", explica Chalem.

Enfrentarla con valentía
Hoy en día, María Mercedes es presidenta de la Fundación Colombiana de Apoyo al Reumático (Fundare) Sección Bogotá.
Desde allí ayuda a cientos de pacientes a educarse sobre su enfermedad, a defender sus derechos con asesorías jurídicas y realizan actividades de bordado, algo que para algunas era impensable.
"Así les cueste trabajo enhebrar, ellas se inventan algo y se sienten muy bien de lograrlo. Esto parece un gallinero, todas hablan al tiempo, llegan con dolor, pero por un momento lo olvidan y se desahogan. Una señora que también tiene artritis es la profesora y les enseña con muchísima paciencia". María Mercedes habla de ellas porque la artritis reumatoide se presenta cuatro veces con más frecuencia en mujeres que en hombres.


F  eltiempo

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