Premios de la Ley 100
Primer premio: Por haber cotizado con diligencia.
Este premio se entrega a todos aquellos que han pagado sus aportes al sistema de salud y pensiones con disciplina. Se entrega, por lo general, dos meses después de haber perdido el trabajo y casi nadie sospecha que es merecedor de semejante distinción. Pero, al tercer mes, digamos que usted, por desgracia, se enferma de una virosis que lo tiene en cama y decide ir a la clínica más cercana. Allí se enterará de que se lo ha ganado. El premio por haber pagado durante los últimos 7 años, por haber soportado el sistema general de salud y pensiones, consiste en que ya no tiene derecho a nada. Y, claro, a usted le parece injusto. Porque usted ha sostenido en parte el régimen subsidiado para personas de pocos recursos, que siempre tendrán derecho a la salud así tengan o no tengan trabajo -cosa que está muy bien-. Entonces, usted, después de maldecir en silencio, tendrá que irse para su casa con la misma virosis, a tratarse con aguapanela y limón o con recetas de la abuela.
Segundo premio: Por su capacidad de rebusque.
Colombia no ha caído en desgracia gracias a que nosotros somos recursivos. A falta de oportunidades para conseguir un empleo fijo, conseguimos, desde la independencia laboral (rebusque), jalar nuestra economía y, de paso, reducir los índices de desempleo nacionales. De pronto a usted le sonríe la fortuna y consigue dos contratos. Claro que usted gritará un Eureka. Un Eureka que le durará poco. Porque se enterará de que tiene la obligación de cotizar salud y pensiones por cada uno de los contratos. Pagar dos veces. Y, claro, a usted le parecerá injusto, porque, cuando no tuvo ni un contratico, tuvo que endeudarse para pagar salud y pensiones por físico miedo de ganarse el Primer Premio Nacional, el que se ganó su vecino hace poco, ese que se quedó sin empleo después de siete años de entrega; el mismo que se quedó sin protección médica como premio a quedar sin empleo.
Tercer premio: Por haber entregado su vida al sistema.
Se entrega a todos aquellos que han cotizado toda su vida y han logrado una pensión. Una proeza. El premio consiste en un sobrecargo en el costo de su cotización de salud por haber llegado a la vejez. Es un reconocimiento a su entrega al país durante toda su vida, por haber levantado una familia funcional, por su mansedumbre. El sobrecosto es el premio a todo lo anterior, y en los estatutos de los Premios Nacionales está muy claro: por haber llegado a la tercera edad, será considerado un usuario de alto riesgo. Es un maldito honor recibirlo, sin duda. Un honor que indigna, pero, a esas alturas, nadie puede hacer nada, tan solo malhablar del Premio con su vecino o vecina, que dentro de un par de años se lo ganará. Todos los colombianos lo ganaremos si llegamos a la tercera edad porque los Premios son así. Tan democráticos.
Cuarto premio: Por la muerte de su cónyuge.
La señora Nubia logró su pensión. Es decir, ya es ganadora del Tercer Premio Nacional de la Ley 100. Y su marido, el bueno de Eduardo, quien también había sido distinguido con el tercer premio durante los últimos diez años, murió de infarto tres meses atrás. En medio de su duelo, la abuelita Nubia logró hacer los trámites para recibir la pensión de su marido. De paso, se enteró de que también era ganadora del magnífico Cuarto Premio Nacional de la Ley 100: deberá cotizar por su pensión y por la de su marido, que ya no existe.
Hay otros premios que se consideran menores, pero no alcanzo a enumerar. Solo puedo decir que son muchos y hay para todos los gustos. No distinguen raza, ni religión, ni sexo. Estos premios son pluriculturales y multiétnicos. Para cualquier duda, consulten Ley 100. Si tuvieran un buen asesor publicitario, su eslogan sería: 'Trabajemos juntos por un país peor'.
F eltiempo
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