sábado, 28 de agosto de 2010

Hay medicamentos que pueden afectar al conductor de la misma forma que lo hace el alcohol

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Muchos fármacos generan sueño y alteran los sentidos y las habilidades psicomotoras para conducir.

La conducción es una actividad que, como ninguna otra, implica un enorme riesgo de dañar a un tercero. Por eso el desconocimiento de normas elementales (desde parquear mal hasta manejar en estado de embriaguez) son castigadas severamente en el mundo entero y por eso también el vehículo es considerado, de entrada, un arma mortal.

Pero hay un elemento que suele tenerse en cuenta tan solo al momento de investigar un accidente grave: el uso de medicamentos con efectos secundarios asociados con la somnolencia, la vigilancia, la alteración de funciones visuales y del sistema nervioso, entre varios otros.

A diferencia del alcohol, esas medicinas son consideradas por los médicos como 'incompatibles' con actividades de alto riesgo y se convierten en enemigas silenciosas para el conductor, que se sienta frente al volante sin saber que lo que está tomando lo puede llevar a la muerte 'por la vía rápida'.

"Pero ojo, no se trata de cuestionar el uso de esos medicamentos ni su efectividad, sino de que el paciente acoja las advertencias acerca de sus efectos secundarios y se abstenga de manejar cuando el tratamiento lo amerita", explica el médico cirujano Carlos Francisco Fernández.

Lo malo del asunto es cuando se acude a remedios de venta libre, de esos que se compran indiscriminadamente para atacar la gripe o el malestar general, como los antihistamínicos, los antialérgicos o algunos antigripales.

"El remedio 'per se' no es malo, pero su uso puede tener diferentes efectos en las personas -insiste Fernández-. Por eso es importante preguntarle al médico de confianza, cuando tiene dudas, si ese antigripal que le venden con la advertencia de que no produce sueño, en realidad le va a permitir conducir sin peligro hasta la finca".

Naturalmente, los tratamientos puntuales que exigen medicamentos 'duros' con posologías controladas suelen tener muchas contraindicaciones que los especialistas les hacen ver siempre a quienes los van a consumir.

Los menos 'manejables'
Las 'benziodazepinas', como el Valium, el Xanax o el Lexatin controlan la ansiedad, el insomnio, la depresión y algunas se utilizan como antiepilépticos. Todas alteran el estado de alerta y producen sueño. No se debe manejar mientras se usan.

Los barbitúricos, como el Luminar, son sedantes y tranquilizantes, es decir, bloquean el cerebro y actúan como depresores del sistema nervioso central. Prohibidos frente al volante.

Los antidepresivos también pueden ser peligrosos porque buscan elevar el estado anímico del paciente pero producen somnolencia durante los primeros días del tratamiento. Desyrel, Beneficat, Deprax, Desirel, Molipaxin, Thombran, Trazorel, Trialodine y Trittico no son recomendables al timón.

Los antipsicóticos son medicamentos utilizados para regular el sistema nervioso y no le permiten al paciente estar en sus cabales mientras está al mando de un vehículo. Por ejemplo, la Flufenazina o el Alopelidol no van con la gasolina.

"Pero no sólo los medicamentos alopáticos pueden tener efectos secundarios: los que son hechos a base de hierbas, especialmente la valeriana y la mandrágora, generan somnolencia cuando se consumen regularmente", advierte Fernández.

Finalmente están las fórmulas que contienen alcohol etílico, como la metacualona, que tienen efectos hipnóticos, anticonvulsivantes, antiespasmódicos y antihistamínicos y, por supuesto, van en contra de una conducción segura.

"El mensaje aquí es que estos medicamentos son depresores del sistema nervioso por su composición y la finalidad para la que fueron hechos, y que es el médico y no el paciente el que decide acerca de sus condiciones de uso y las restricciones que tienen", añade el especialista consultado.

ALGUNOS INDICIOS DEL SUEÑO EN CONDUCCIÓN

Cabeceo. Es normal que antes de un 'microsueño' se le dificulte mantener la cabeza erguida.

Vista borrosa. Los ojos se cierran o se desenfocan involuntariamente. Hay incesantes bostezos.

Motricidad lenta. Cuando el cuerpo está cansado y cerca a caer en estado de somnolencia, es frecuente que varíe la velocidad de reacción.

EL ALCOHOL ES OTRA COSA
Las bebidas alcohólicas también son inhibidoras del sistema nervioso central, y como lo explica el médico psiquiatra Carlos Gómez Restrepo, su primer efecto sobre el cerebro humano es "en el criterio" pues suele ocurrir que, después de la primera copa, el rumbero siente que puede tomarse unas cuantas más porque "estoy perfectamente bien".

"Al consumir alcohol, la percepción del riesgo de cada persona es diferente. Un joven siente que tiene total control sobre su vida y la de los demás porque no tiene la experiencia ni la madurez suficientes para saber que no es así; pero quizá algunos adultos (no todos) entregan más fácilmente las llaves porque ya han captado que conducir ebrios trae consecuencias graves", añade el psicoanalista.

Por el contrario, la mujer es estadísticamente la que menos se ve involucrada en accidentes de tránsito: 21 de cada 100 mil hombres y cinco de cada 100 mil mujeres murieron el año pasado en ese tipo de siniestros, según el estudio Forensis 2009 del Fondo de Prevención Vial y el Instituto de Medicina Legal.

"Desde el punto de vista psiquiátrico, uno puede decir que las mujeres son más cuidadosas porque, a diferencia de los hombres, ellas dan vida y mantienen la vida, mientras que por cultura y por género, nosotros somos más desprendidos frente al cuidado personal y la salud", recalca el especialista.

Según el Fondo de Prevención Vial (FPV), nueve de cada 10 accidentes de tránsito en el mundo están directamente relacionados con el comportamiento humano y, de estos, una tercera parte tiene que ver con el abuso del alcohol mientras se conduce.

LA CARGA CULTURAL
Las últimas campañas del Fondo de Prevención Vial (FPV) están dirigidas a cambiar idea de los conductores colombianos de que los responsables de la movilidad son los otros pues, según Alexandra Rojas, directora ejecutiva de esa institución, suelen 'zafarse' de su responsabilidad cuando están tomando.

"Tres de cada cuatro conductores consultados por nosotros dicen que la culpa del accidente de tránsito fue del otro y 99 por ciento dice que conduce mejor que el promedio de los colombianos -asegura la ejecutiva-. Pero hay que decir que, aunque falta mucho, cada día el colombiano es más consciente de su responsabilidad frente al volante".

Para el psiquiatra Carlos Gómez Restrepo, sin embargo, una cosa es lo que dice el papel y otra muy distinta lo que muestra la realidad: "Del dicho al hecho hay mucho trecho, pues la tolerancia hacia la conducción con alcohol, drogas o medicamentos inhibidores tiene que ver mucho con el grado de madurez de las personas. El más maduro sabe a la perfección que el bien común está por encima de su bienestar individual".

Por eso -dice- los médicos son parte de la solución, especialmente aquellos que, como él, recetan medicamentos 'duros' a sus pacientes y están obligados a advertirles sobre las consecuencias que tienen para ellos, para su entorno y para la sociedad, conducir bajo la influencia de sus efectos secundarios.

"Y todo mezclado con autoridad -añade la directora del FPV-. Los retenes viales deben ser a intervalos variables, que no se sepa cuándo los instala la Policía ni en dónde. Está comprobado que si el conductor tiene presente que a la vuelta de la esquina se puede topar con un control policial, prefiere dejar el carro en la casa cuando no se siente bien para manejar".


F eltiempo.com

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