sábado, 8 de enero de 2011

Transmitirle afecto al bebé es primordial para educar niños emocionalmente sanos

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Conozca algunas pautas para lograrlo y evitar posibles trastornos en sus hijos.

El tacto y el afecto son sensaciones que un bebé necesita para estar emocionalmente sano. La mejor forma de hacerlo es por medio de la lactancia. El amamantar es una disculpa de la naturaleza para conjugar los puntos donde se conectan la relación madre e hijo: la distancia que hay entre ellos es la óptima para que él enfoque; él siente los latidos del corazón de su mamá, puede olfatear su olor y ella puede acariciarlo y hablarle mientras él se alimenta.
Desde allí, desde el seno, es donde se inicia esa conexión piel a piel. Sin embargo, esta no es la única alternativa para brindar emociones a los hijos. El tacto, la atención y la compañía son otras maneras para lograrlo.
Según Mónica Cardenal, sicoanalista especialista en niños, los bebés nacen con un mundo emocional intenso: ansiedades, fantasías y mucha necesidad de afecto hacen parte de sus sentimientos.
Por eso, los adultos deben estar allí para atenderlos. “Observarlos, hablarles y consentirlos servirá para que los padres aprendan a conocer a sus hijos y, a su vez, para que ellos se acoplen, de manera segura, al mundo ‘extraño’ que llegaron”, explica Cardenal.
¿Cómo hacerlo?Para Geny Talberg, sicoanalista brasileña, el tiempo ideal para formar bases emocionales en los niños son sus primeros dos años.

“Estos meses son fundamentales, porque es cuando el bebé más necesita guía y compañía. Estas bases también le servirán al niño para aprender a tolerar frustraciones y la ausencia de sus padres”.
Esto se hace necesario porque los bebés sienten las emociones de sus allegados.
Talberg recuerda que, en sus trabajos de observación de niños, vio una madre que, mientras lactaba, lloraba por la infidelidad de su esposo. Inmediatamente, el niño sintió la tristeza de su mamá, éste escupió la leche, rechazando, de igual manera, el dolor que le transmitía la madre y del cual él ahora era partícipe.
“Esto es prueba de que los niños sienten toda clase de emociones. Y como no se pueden evitar, sí, por lo menos, se les debe explicar que ellos no son culpables de las tristezas de los adultos. Esto aliviará un poco”, añade Talberg.
No se puede olvidar, de igual manera, que durante la gestación también se transmiten emociones. Según la sicoanalista Hilda Botero, los nueve meses deben ser llenos de buenos sentimientos, tranquilidad, amor y ayuda hacia la madre, quien es la que lleva consigo ese entrañable ser.
Después, con el paso del tiempo, los padres deben tratar de que sus hijos reciban toda clase de emociones.
“No hay que evitarle las tristezas, lo importante es enseñarle al menor la manera como se pueden superan las dificultades”, afirma la especialista Botero. Estas conexiones con el niño afianzarán sus emociones y, así, crecerá seguro, agradecido y feliz al sentir que es amado e importante dentro de su núcleo familiar.

Consecuencias de cero crecimiento emocionalLas especialistas coinciden en afirmar que cuando un niño no recibe amor, atención y respuesta oportuna a sus necesidades, las siguientes podrían ser las consecuencias:
- Trastornos de aprendizaje.
- Atraso en su proceso de desarrollo.
- Posibles depresiones.
- Niños hiperactivos o demasiado pasivos.
- Menores con trastornos de sueño y de alimentación.
- Niños inseguros.

Por Mónica Toro
Redactora ABC del bebé 

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