Lo mandado, sin embargo, es no bajar la guardia y colaborar con la eliminación de la enfermedad, llevando a vacunar a todos los niños entre uno y ocho años de edad.
Lo otro es aprender un poco más de este mal que no es ninguna perita en dulce.
Aprenda: el sarampión es una infección terriblemente prendediza, producida por un virus. Aunque afecta más a los niños, le puede dar a cualquier persona (y de cualquier edad) si no está vacunada.
Entienda: aunque la gente la conoce por el brote que da en todo el cuerpo, en realidad es una infección respiratoria que afecta a todo el cuerpo. Es más, empieza con los síntomas de una gripa: fiebre, dolor de garganta, tos seca, una moqueadera macha y un enrojecimiento de los ojos. Aunque nadie las ve, existen las manchas de Koplik, de color rojo con el centro un poco blanco o azulado, que aparecen dentro de la boca. Dicen los que saben que eso es sarampión seguro.
Mire bien esas manchitas: muchas cosas pueden producir brote, pero el del sarampión tiende a formar parches rojizos. Por lo general estos aparecen primero en la frente y luego en la cara, en el cuello, en los brazos y de ahí para abajo, hasta llegar a los pies.
Que se pega, se pega: el virus del sarampión es esparcido cuando alguien que lo tiene estornuda o tose, a través de las goticas de saliva que quedan en el aire. Esta transmisión puede darse desde uno o dos días antes de que aparezcan los síntomas, hasta cuatro días después de que el brote aparece.
Ojo, cuidado: como es producido por un virus, no hay tratamiento para el sarampión. Cuando a alguien le da, no queda más remedio que dejarlo seguir su curso, manejar los síntomas, guardar reposo, tomar muchos líquidos y, eso sí, aislarse y tomar precauciones para evitar diseminar la enfermedad.
CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
F eltiempo.com
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