viernes, 4 de marzo de 2011

Consejos de los expertos sobre cómo manejar las pataletas en la infancia

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Muchos padres se angustian porque no saben qué reacción tomar ante los berrinches.
En la que el mundo gira alrededor suyo y el universo está disponible para ellos. En consecuencia, cuando no obtienen lo que desean, aparecen las pataletas, que son una respuesta física derivada de esa irritabilidad. Dice la sicóloga Nancy Bohórquez, de la Asociación Afecto, que en esta etapa la presencia de los berrinches suele ser normal; lo que no lo es, es la forma en la que los adultos reaccionan ante esta situación. Si no se aprende a controlarlas desde su aparición es probable que continúen incluso hasta los 7 u 8 ochos años, señala Isabel Rodríguez, terapeuta ocupacional y directora de Construir Familia, una organización orientada a la capacitación de cuidadoras.
Los adultos son quienes forman los hábitos de sus hijos, pero si ellos no los poseen no pueden enseñarlos. Para esto es apropiado mostrarles las actuaciones concretas que esperan obtener de ellos y se logra a través del diálogo, pero lastimosamente “los padres creen que sus hijos no entienden”, dice la especialista Nancy Bohórquez.
“La familia tiene mucho miedo de comunicarse —añade—. Los padres no generan espacios con los hijos y puede que sus problemas cotidianos se los pasen a ellos”.
Manejar adecuadamente este momento le permite al pequeño pasar de esa etapa en la que él es el centro del mundo al momento social en el que hay un encuentro con un ‘otro’ y debe saber relacionarse. De lo contrario, pueden convertirse en niños manipuladores en busca de quién puedan controlar; tendrán, además, pocas habilidades sociales y pueden sufrir, pues siempre se encontrarán con quien no responda a sus peticiones.
Además de hablar con los niños para formar hábitos claros y coherentes, las especialistas aseguran que las normas en casa deben ser siempre específicas y mantenerse en cualquier situación y lugar. Muchas veces los niños de padres separados o quienes están a cargo de las abuelas tienen reglas diferentes, según con quién estén. Esto genera desorden en los hábitos, pues los niños no sabrán a qué acogerse y surgirán los desacuerdos.
Las especialistas aseguran que es posible prever las pataletas. Se logra conociendo muy bien al niño, determinando lo que le gusta o no y las situaciones de riesgo que lo exponen a un berrinche. Por ejemplo, no se debe llevar al pequeño a hacer mercado cuando tiene hambre. Se pueden tomar medidas como hablar antes para explicarle lo que se espera de él, como que esté tranquilo y se le aclara que se le comprará solo un dulce o no se podrá en esta ocasión porque no hay dinero. Se le muestran algunos billetes o monedas explicando que se tienen para adquirir solo productos necesarios. Lo mismo puede suceder cuando están en el parque y empiece a exigir dulces. Se le muestran algunas monedas y se le explica que solo se comprará lo que alcance.

Cómo controlar una pataletaLo más importante, recomendado por los sicólogos, es no ceder nunca a lo que el niño pide, pues de esta manera entenderá que el método infalible para satisfacer sus necesidades es a través de las pataletas.
“Es más fácil dar un dulce o un juguete que dedicarle tiempo y atención al niño”, dice John Pearce en su libro Berrinches, enfados y pataletas. Por eso, recomienda que cuando se presenten los primeros episodios se tomen medidas que impliquen atención a la situación y no una respuesta por salir del paso y librarse del llanto y los gritos molestos.
La sicóloga Nancy Bohórquez recomienda siempre mantener la calma y llenarse de paciencia. También es un ejercicio de autorreflexión para los adultos, pues les permite reconocer qué se está manejando de manera adecuada o inadecuada en la crianza.
Por ninguna razón se debe imponer un castigo físico o usar violencia sicológica para enfrentar la situación, porque sería el adulto el que respondería con una pataleta  y formará en el niño una actitud temerosa, “con miedo a enfrentar situaciones o personas nuevas y no fortalece su personalidad”, explica Isabel Rodríguez.
“Es importante que los niños sepan que se les quiere; incluso cuando hacen cosas malas, hay un menor riesgo de dañar la autoestima si se distingue entre la persona y el mal comportamiento. Si se castiga mucho al niño, puede volverse colérico y rebelde, pero si no se les impone mucha disciplina pueden ser desobedientes, conflictivos y difíciles”, dice John Pearce en su libro.  La directora de Construir Familia recomienda no insultar, no hacer muecas, porque de esta manera no se le está educando, sino descalificando.
Dice la sicóloga Nancy Bohórquez que cuando hay correcciones inapropiadas se genera rabia, resentimiento y se agudiza el patrón. “Los castigos generan inseguridad, baja autoestima y el niño no va a tener claridad de cuál fue el error”.
Además, Isabel Rodríguez asegura que la situación se maneja de acuerdo con el lugar en el que se presente. Si se trata de un sitio público, al niño se le debe apartar del lugar en el que están y llevarlo a un espacio más tranquilo, como un baño o el carro. Se le deja unos segundos allí para que se tranquilice, sin perderlo de vista. Luego se habla con calma para no imponer castigos derivados de la rabia.
Si es en la casa, funciona muy bien ignorar la pataleta. “Retirarle la atención. Es muy efectivo, pero debe hacerse sabiendo que el niño no se hará daño. Debe ser el tiempo suficiente para que sea efectivo, entre más pequeño es el niño, más corto es el tiempo”, aconseja Pearce. Puede llevarse a la habitación o un lugar en el que se calme por máximo 10 minutos. “Luego el niño debe pedir disculpas por lo que hizo. Si pasa mucho tiempo, se distraerá y luego no tendrá ganas de disculparse”, explica este autor británico. 
La idea de este método es que haya una reflexión en torno al suceso y el niño pueda entender qué no está bien. Isabel Rodríguez aconseja abrazarlo y decirle que lo quiere, luego de que ofrezca disculpas y entienda lo que pasó. 
Si el niño tiene comportamientos violentos en los que se agrede, pegándose contra el suelo o con un objeto, lo ideal es que el padre lo rodee con los brazos para contenerlo y le diga que así permanecerán para evitar que se lastime y se quedarán en esa posición  hasta que logre calmarse.
Luego deben hablar sobre lo sucedido. De esta manera le ofrecerán al niño situaciones sanas para expresar sus molestias.

Los sobreprotegidosProteger a los niños significa identificar las necesidades y estar atento a él. Sobreprotegerlo quiere decir excederse en el cuidado hasta no dejar ser al niño, no permitirle tomar decisiones ni resolver sus conflictos. Esto significa una inundación y el cierre de las alternativas de un buen desarrollo. Entonces son niños que se sienten ahogados y muchas veces pelean por esa causa. También sucede que, acostumbrados a recibir todo, la emprenden violentamente contra su universo cuando no lo logran.

Por Edna Juliana Rojas


F  eltiempo.com

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