Si bien, en la cultura japonesa los niños duermen hasta los 5 años con sus padres, en la nuestra la consigna del pediatra es solo hasta los seis meses de vida.
Para muchos padres, algunas veces resulta satisfactorio tenerlos en sus camas para besarlos, consentirlos y manifestarles todo el amor. Sin embargo, para Gilberto Acuña, médico pediatra especialista en educación y asesoramiento familiar, esto no debe convertirse en un acto repetitivo.
“A los pequeños, el colecho los afecta en su parte social y personal. Y a los padres, en su vida sexual activa, ya que el niño siempre estará en medio de los dos”.
Es por esto que usted, indica Acuña, desde temprana edad, debe crear en sus hijos las rutinas de sueño, donde exista una hora establecida y el lugar, su cuarto, para descansar.
“A partir de los 7 meses o el año de edad los padres ya deben crear ese espacio de descanso propio para los hijos. Claro, si es un menor que no tiene reflujo, que no come tarde en las noches y que no sufre apnea de sueño”. De esta manera su hijo se acostumbrará a dormir solo, sin que los padres olviden que, en algunas oportunidades, el menor puede despertarse y puede llorar. Mónica Cardenal, sicoanalista especialista en niños y adolescentes, afirma que esto es normal, ya que el retirarse a dormir solo aumenta, normalmente, las ansiedades de muerte y separación.
“El chiquito se siente desprotegido y requiere de la voz familiar de los padres o una caricia para poder seguir durmiendo o para ser acompañado hasta conciliar el sueño”, explica Cardenal.
No obstante, esto no quiere decir que el niño deba pasar a la cama de los padres. El siquiatra infantil Christian Muñoz indica que en esos casos lo que se debe hacer es “buscar la causa del llanto, después consentirlos, besarlos y hacerles entender que todo está bien. Esto, seguro, los calmará”, indica Muñoz.
Crianza de apegoEs muy difícil encontrar en nuestra cultura pediatras, médicos o personas naturales que apoyen el colecho. Aunque en Colombia muchas familias tienen que vivirlo, por sus condiciones económicas, nuestro medio lo rechaza, por los pocos beneficios que aporta. Un estudio del año 2006 reveló que niños de la India de entre 3 y 10 años, el 93 por ciento, dormían con sus padres. En muchas partes del mundo, el colecho se practica simplemente para mantener abrigado al niño durante la noche. Sin embargo, en otras culturas, como la europea y la occidental, lo hacen para una crianza saludable y feliz de los pequeños.
Asimismo, grandes pediatras, como el reconocido estadounidense William Sears (profesor de pediatría de la Universidad del Sur de Carolina), concluye que el colecho es una de las grandes manifestaciones de amor y compañía para los hijos. El acuñó la frase de crianza del apego, en la cual un fuerte enlace emocional con los padres durante la infancia, también conocido como apego seguro, es un precursor de relaciones seguras y empáticas en la edad adulta.
Entre los beneficios que ven es que hay una mayor estabilidad cardiorrespiratoria y mayor oxigenación de los niños, disminución de los episodios de llanto, mejor termorregulación y mayor prevalencia de la lactancia materna.
Afirman que un bebé que duerme junto a sus padres no solo comparte la cama, sino que recibe más atención y mayor contacto físico. El vínculo que se crea entre padres e hijos mediante el colecho es muy intenso y duradero, lo que contribuye a un fuerte entendimiento y sentimiento de seguridad en los hijos.
A su vez, la sicoanalista Mónica Cardenal afirma que de nada vale el contacto físico durante el sueño del niño, el cual también resulta peligroso por los riesgos de asfixia. El contacto físico y emocional con el niño debe suceder durante el día, con horas de amor, juego y entrega.
Por su parte, el siquiatra Muñoz enfatiza en que la felicidad, el desarrollo y la confianza de un niño no depende de dormir con él, sino de brindarle seguridad, solidez y amor en los momentos de vigilia.
Cabe recordar que una de las principales causas de muerte súbita en los niños se debe al colecho. Por tanto, la Academia Americana de Pediatría sugirió evitar éste, con el fin de reducir las alarmantes cifras.
¿Se puede evitar?El colecho solo se da cuando los padres lo permiten. Es por esto que ellos deben ser autoritarios y decisivos. Según Mónica Cardenal, un bebé que recibe amor, tranquilidad, que está durante el día con sus padres, se sentirá más calmado y no necesitará compartir la cama con sus progenitores.
"Una de las desventajas de este es que no permite el espacio simbólico de necesitar a los padres, por lo cual se obstruye esa necesidad, debido al contacto físico seguido (día y noche), lo que a la larga perjudica intensamente el adecuado proceso de separación".
La cohabitación, señala el siquiatra Christian Muñoz, solo lleva a tener hijos poco autónomos, manipuladores y con problemas de socialización. Además, "genera en él la fantasía de que está metido entre sus padres y que controla lo que entre ellos sucede, entorpeciendo su desarrollo emocional".
Baja autoestima, poco independientes, tímidos en sus decisiones son algunas de las desventajas del colecho. Sin contar las de la pareja, que propiamente son las sexuales.
Por Mónica Toro
F eltiempo.com
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