lunes, 27 de septiembre de 2010

El periodista Germán Jiménez habla del día en que falló su corazón

Mas Informacion:  http://toda-la-informacion-del-mundo.blogspot.com/


Después del nacimiento de mi hijo Camilo Andrés, el infarto que sufrí hace cinco meses es, sin duda, el hecho más significativo de mi vida: no sólo me obligó a pensar en la muerte como una posibilidad, sino que me enseñó a entender, de una vez por todas, que las cosas simples son las más importantes.
Era miércoles y estaba de descanso. El día anterior había sido durísimo, agotador. Llegué tarde a mi casa, me acosté y me dormí enseguida, sin tocar si quiera el libro que estaba leyendo. Me levanté pasadas las 7:00 de la mañana y salí a hacer ejercicio, sin desayunar, como siempre... Se me había vuelto costumbre ejercitarme, dos a tres veces a la semana. Era una rutina de 45 minutos, durante los cuales calentaba, trotaba y hacía abdominales. Hoy sé que quizás eso me salvó la vida.
Ya estaba terminando cuando súbitamente me quedé sin aire y todo se puso gris. Me senté en el suelo, me recosté y le eché la culpa del síntoma a la falta de desayuno.
Cuando me sentí mejor me fui para mi casa y me puse a ver televisión. A eso de las 11 de la mañana decidí salir un rato, pero volví a sentirme mal. Me metí en la cama, convencido de que tenía una infección o una gripa. Es más, al final de la tarde me tomé un antigripal, sin saber que están contraindicados en estos casos.
A medida que pasaban las horas me puse peor. Para las 11 de la noche sentía opresión en el pecho, no podía acomodarme de ninguna manera en la cama y empezaba a tener problemas para respirar. Mi esposa decidió llevarme a urgencias de la Cruz Roja. Media hora después de la valoración y de un electrocardiograma, la médica de turno me soltó la noticia: "Señor, usted tiene un infarto". El desconcierto que sentí fue terrible.
¿Infartado, yo?
Me acostaron en una camilla, me pusieron oxígeno, me dieron un medicamento para bajar la frecuencia cardiaca y me remitieron al Hospital San Rafael... Y mientras todo esto pasaba me preguntaba, ¿por qué a mí? Siempre que oía hablar de los infartos a mi mente venía la imagen de gente de edad avanzada, obesa, sedentaria y sometida a trabajos rutinarios y aburridos.
Nunca se me ocurrió pensar que tenía el perfil de un potencial infartado: un periodista judicial con 19 años de afanes y altos niveles de estrés a cuestas, que fumaba, que no se alimentaba bien y que nunca comía a sus horas. Insisto, si no fuera por el ejercicio, no sé qué habría sido de mí.
Un cateterismo mostró que tenía la coronaria derecha tapada de grasa, lo que obligó a los médicos a ponerme de inmediato un stent. El conducto estaba lleno de trombos, que no se disolvieron pese a un agresivo tratamiento con medicamentos. Así que me hicieron tres cateterismos más.

Luego de varios días en cuidados intensivos, y tras haber perdido la función en el 10 por ciento de mi corazón, volví a mi casa con la clara instrucción de los médicos de cambiar mis hábitos y de seguir con juicio el tratamiento.
A la semana ya estaba en el programa de rehabilitación cardiaca del San Rafael.

Con paciencia y dedicación he ido superando cada uno de sus pasos. Ya soy capaz, con supervisión médica, de hacer una rutina completa de ejercicio, al día; ya no fumo, como a la hora que es, me nutro con verduras, frutas, mucha fibra... Retomé mi vida y mi trabajo con más calma, tratando de no sentirme limitado y dándoles a las cosas una dimensión real.
Lo más importante es que mi concepto de "vida" cambió por completo. Entendí que uno valora demasiado lo equivocado y que lo importante -la familia, la tranquilidad, las cosas simples- siempre está, sin ninguna razón, en segundo plano.

Los principales enemigos
Hipertensión: causa daños progresivos en vasos y arterias
Colesterol elevado: la causante principal de su aumento es la grasa saturada contenida en productos lácteos, carnes rojas y algunos aceites. Se acumula en las paredes, taponándolas.
Diabetes: los problemas del corazón son la principal causa de muerte entre diabéticos, sobre todo los afectados por la tipo dos o del adulto.
Consumo de cigarrillo: acelera el pulso y contrae las principales arterias. Además, eleva la presión arterial y, por ende, aumenta la posibilidad de sufrir infartos.
Quiera su corazón
Ejercicio: mejora la eficiencia del corazón y hace que requiera menos esfuerzo para cumplir con su tarea; además, ayuda a regular la tensión arterial y los niveles de azúcar y colesterol. Fortalece el músculo cardíaco y hace más flexibles las arterias.
Emociones positivas: una investigación divulgada en 'European Heart Journal' encontró que cultivar el buen humor, pensar en positivo y no sobredimensionar los problemas reduce en un 22 por ciento la probabilidad de males cardiacos.
Comer bien: el consumo diario de verduras, frutos secos, carnes blancas, frutas y verduras, huevos y lácteos, aceites mono y poliinsaturados (como el de oliva) y cereales, está asociado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Germán Jiménez Leal
Redactor El Tiempo

F  eltiempo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario